sábado, 12 de diciembre de 2009

El musico detenido... la historia continuara


Otra vez volvió de sus vueltas, del remolino causado por el alcohol, con su instrumento a construir. Rió con tantos como pudo y abrazó a los más pequeños aprovechando que no discriminan y solo se dan y disfrutan su entrega de la misma forma que el ademán del entregado. Esperó que llegara la mañana, sin querer llegó, aunque no la hubiera esperado ahí iba a estar. La vio atravesar los rojos y los naranjas hasta maldecir la orientación de sus ventanas y el inmundo tubo opaco en el que vivía. Como el sueño no llegaba y la musa le colaba entre las uñas infrenables tintas, sucumbió otra vez a su adicción y plasmó lo que otrora solo fue murmullo en el camino y trepaba lenta e irrevocablemente a notas en sus pentagramas. La soledad estaba de su lado y conforme con ello sacó partido acariciando su siguiente trabajo, mordiendo el lápiz primero, las uñas después y mezclando con el anterior el azúcar con el café que en la jarra se entibiaba estrepitosamente amagando el descarte.
Las rayas iban y volvían del curso de su idea original y la mirada lo apuñalaba sin caer una y otra centena de veces sin desertar. Por un minuto se permitió imaginar que esto podría acontecerle por siempre, pero separó de él esa terrible idea descartando tal fatalidad. Tanta juventud no se rendiría así de fácil. Pero quién cree que los cincuenta inviten a los cuarenta, que traigan a los treinta, inviten a los veinte a continuar haciendo el mismo papel que esa noche de solo dieciséis a una repetición sin fin del comienzo optimista de una agonía provechosa en talento e inspiración perpetua?

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