sábado, 12 de diciembre de 2009

Borrador 1990

En la mañana las notas de "Causas y azares" la interrumpieron constantemente. Todo bien, le gustaba esa canción y hacía mucho que no la escuchaba así que la cantó durante esa mañana cada vez en la que tuvo oportunidad.
En el puesto escuchó, temprano que fugaron de la Colonia veinticuatro de los treinta y dos menores que estaban recluidos allí.
-Seguro que hoy va a sobrarles comida (dijo la madre de Carina)
-Palo con ellos!; hay que hacer como los gringos. Los internos de cada cárcel deben ser la guardia. Eligen cuatro cada día, les dan un rifle a cada uno y si alguien se está escapando y ellos lo matan: les dan la libertad. Pero si en lugar de darles captura en la fuga, se logran escapar se les agrega un año de condena. Sabes como se les van las pavadas, no?
-Hola, vieja: qué vas a llevar?
-Un kilo de papas.
-Algo más?
-No, cuanto te debo?
-Quince
-Gracias
Y se alejo mientras oía a Mato diciendo:
- Tienen que cansarles el cuerpo y entretenerles la cabeza, como dice mi abuelo.
Pero en realidad se enroscó en pensar lo que sí les hubiera dicho, si no fuera tan tímida dentro de su disfraz de indiferente. Y antes de llegar a la esquina estaba otra vez tarareando a Silvio Rodríguez.
Llegó a su casa, y cuando abrió la puerta: se coló Tito el gato de Guille. Tramó un ardid en que le preparaba un recipiente con wiskas y llamándolo, simulo que no le molestaba la intromisión sino que estaba feliz por ello. Así que liberando su voz más dulce y el tono más amoroso dijo:
-Hola bonito…que bueno que viniste, vení comé unas wiskas que te prepare.
El ronroneo del gato blanco emergió antes que él, se frotó contra la pierna del maniquí- perchero que le había improvisado a Iris su hermano en el recibidor y maulló –el gato-en dirección al alimento mientras ella abrió la ventana. El pequeño atravesó de un salto el espacio que lo distanciaba del umbral hacia donde calculó que iban a servirle su alimento y vio como lanzaban el platillo para el pasto frente al árbol donde se precipitó para no dar crédito a su hociquito que segundos atrás percibía las wiskas y solo olía ahora al pie del paraíso: pichi de distintos perros y rastros de ratas.
Meó.
Cerró la ventana rápidamente y llegó al dormitorio. Sobre un sillón con dos pequeños almohadones comprados en la feria había un gato viejo que algo lastimado dormía.
-No lo vamos a dejar entrar, Cocodrilito, tranqui que no invadirán tus territorios mientras tengas ojos en tu cara.
Acarició a la mascota que miau-roneo, cambiando de posición mientras continuaba con su siesta y fue a lavarse las manos. Pensó siempre que era alta traición, entrar una mascota nueva habiendo ya instalada otra con todos sus espacios establecidos. Será que eso sintió cuando nació su primera hermana y lo afirmó con la llegada de los gemelos luego y Marita al fin. Una mascota desplazada, eso no Lagartín, eso jamás!(pensó).
Prendió el equipo, eligió un Cd. Y fue a la cocina a ensillar el mate. No terminaba de entender por qué continuaba con ese rito, si no tomaba más que uno o dos mates en el día. Pero era sistemático, desde que él se había marchado, no podía dejar de prepararlo. Con la inconsciente ilusión quizá, de que volviera aunque más no fuera para cebarle algunos amargos y hablar de la canción que se le volvía a enredar.
Apagó la música, prendió la compu. Y se puso a buscar la canción que tenía bailando en su corteza desde el amanecer. Ahí estaba. Guardar como, dispositivo bla, bla,blapagón!!!
La agenda de 2002. Ahí estaba el teléfono de Dany que tocaba la guitarra como los dioses y que seguro sabría la de Rodríguez y estaría afín de pasar y compartir un rato con ella. Buscó el número y marcó. Una voz de mujer atendió:
-Hola.
-Buenas tardes, espero no ser inoportuna, estaba tratando de ubicar a un amigo que no veo hace un tiempo, no se si siga teniendo este mismo número ya que el último dato es de mayo de 2003.
-A quién buscas?
-Daniel Barrenas, un militante de la FEU, iba a Facultad de Ciencias Económicas en 2002, era alto, pelirrojo, tenía un lunar con la forma de Montevideo en el cuello, pronunciaba la erre como Sanguinetti y se parecía a Almodóvar conduciendo su propio mambo-taxi.
-Iris Frét?
-Si. Nos conocemos? No recuerdo tu voz.
-Pero tu forma de hablar no cambió. No sé si te acuerdes, fuimos compañeras de liceo, el último año que nos vimos vos andabas con el Fleco, que andaba atrás mío y yo no le daba bola. Te acordás que me contaste que él te gustaba y yo te dije que por mi no había drama.
-No puedo creer, Ivana Sampinno?
-Claro! En que andás, Irét?
Hacía años que nadie la llamaba así. Su nombre era Iris Frét y desde pequeña se nombraba como Irét. Y claro que se acordaba de la tardecita en el baño del liceo cuando le dijo a Ivana que le gustaba el Fleco. Fue su tiempo más feliz, cuando sintió por primera vez que alguien la quería y disfrutaba de estar con ella. Nunca antes de él ella había compartido con alguien tanto de sí, sin mezclar en intercambio fluido corporal alguno. El recuerdo del Fleco la transportó. Una vez adentrada en ese túnel y sin reparar más que en los escalofríos que la recorrían al retomar ese sentimiento tan protegido por tanto tiempo quiso salirse.
No podía desnudar su "saudade" y tragó saliva. Hablaron un rato más y acordaron volver a llamarse .Ella demostró desinterés en hablar del pasado y trató de concentrarse en Daniel y su internación para desintoxicarse.
Se le había complicado Silvio Rodríguez hoy y por lo visto debía continuar reconstruyendo la letra y la melodía –sino que destruyéndola.
Horas más tarde se abrigó y salió, morral al hombro rumbo a la charla.

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